Mundo ficciónIniciar sesiónAnya se despertó en la cama inmensa de Kael. La luz de la mañana se filtraba por las cortinas, pero la oscuridad y la pesadez aún la envolvían. El dolor de la noche anterior no era de agotamiento, sino de fusión.
Abrió los ojos. Kael estaba despierto, mirándola. No se movió. La distancia física entre ellos era de unos pocos centímetros, pero el espacio mental había desaparecido.
—Buenos días, mate —susurró Kael, y la voz sonó en la cabeza de Anya con la misma claridad que en el aire.
Anya se llevó una mano a la sien. —Siento... tu ira por Zafiro. Y tu... tu hambre. Es demasiado.
—Ahora somos uno —respondió Kael, y esta vez, solo pensó la frase. El sonido era potente y posesivo en la mente de ella







