Mundo ficciónIniciar sesiónEl aire alrededor del volcán dormido era frío y mineral, con el olor a azufre y tierra húmeda. Kael detuvo el vehículo blindado a unos quinientos metros de la base de la montaña, justo donde el bosque se abría a un páramo de rocas.
—Están aquí. Puedo oler el miedo del Alfa Aciano y la Ceniza, mezclados. Y hay una tercera presencia. Una que huele a engaño —susurró Kael, su voz amplificada por la tensión.
Anya, envuelta en el kevlar de lobo y con la daga negra enfundada en su cadera, sintió la intensidad de la adrenalina de Kael a través del enlace. La armadura era pesada y su cuerpo humano, agotado por la anulación mágica, apenas la soportaba.
—¿Zafiro? —preguntó Anya.
—No. Su olor es distinto. E







