Mi sangre hierve, estoy hiperventilando, casi segura de que me va a dar un infarto. Cierro mis ojos unos segundos y me concentro en regular mi respiración. Toda la sala queda en un silencio absoluto, todos se incorporan en sus asientos cuando se acerca. Escucho un pitido en mi oído e intensifico mis respiraciones, dentro y fuera, dentro y fuera.
Se mueve hacia el centro de la sala y entonces, comienza a hablar. —Bienvenidos a todos, es un gusto para nosotros tenerlos aquí.
Su voz, su maldita voz.
Respira, me digo a mí misma, mantente respirando.
Abro mis ojos lentamente y me encuentro con el mismo hombre hermoso y sexy que conocí el sábado por la noche. Lleva un traje azul marino que se aferra a su cuerpo, incluso mejor que el otro. Aunque su barba de dos días ha desaparecido, ahora está afeitado y perfectamente peinado. La sonrisa en sus labios parece un poco fingida y algo me dice que está aquí por obligación. No sé quién demonios me creo, ¡ni siquiera lo conozco! No tengo idea de