Al día siguiente, al llegar a la oficina, me doy cuenta de que hay un alboroto. Todos los pasantes están vueltos locos, emocionados y con un brillo en la mirada. Incluyendo a Brent y a Gloria, quienes por primera vez ignoran que he llegado, y respiro tranquila. Cualquier distracción que aleje la atención de la "pareja del infierno" de mí es bien recibida.
Dejo mis cosas en mi cubículo y voy a la cafetería. Corrí contra el tiempo esta mañana, culpa de cierto hombre, no pude dormir bien por estar pensando en él. Apenas tuve tiempo de darme un baño rápido, ponerme un conjunto de tres piezas y agregar un poco de corrector a mis ojeras.
Estoy sentada, devorando mi café, cuando Vicky entra en la cafetería. Es extraño, porque a esta hora todos están aquí.
—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunta, sentándose frente a mí.
—Disfrutando de la soledad —aseguro—. De todas formas, ¿cuál es todo el alboroto?
—Lexi Rodríguez está aquí —exclama con emoción.
Casi escupo el trago.
—¿Lexi Rodríguez?
—¡Sí! Ha