Denisse duerme sobre el pecho de su hermano, que también duerme, en la parte trasera del coche. Parecen dos inocentes niños después de haber pasado un día jugando juntos. Richard los observa a través del espejo feliz de que al fin se hayan callado. Su estómago todavía duele, la chica lo había obligado a subirse a uno de esos juegos de ferias y había terminado devolviendo el desayuno a la naturaleza, siempre había odiado esos estúpidos juegos.
Lleva una menta a su boca para limpiar el sabor del vómito, al fin se ven los cárteles de aeropuerto, al fin regresaría a su casa, aunque fuese acompañado del demonio, para descansar y dejar ese estúpido día atrás. Otras cosas cruzan por su mente, verificar la información que le había proporcionado la rubia no era tarea fácil, pero podría resolver muchos de sus problemas.
Aprieta el claxon del auto para que los de atrás despierten sobresaltados, se ríe de forma maliciosa.
—Siento despertarlos —la verdad era que no —Pero hemos llegado.
Richard