PAPÁ CEO: 29. Inevitablemente enamorado
Al verla arrodillada frente al excusado, sus ojos se abrieron y su pulso se disparó.
— ¡Alexia! — corrió hacia ella, hincándose a su lado.
La joven ladeó la cabeza para que no la mirara en ese estado y buscó incorporarse, pero él la tomó de la cintura y la obligó a mirarlo, sin importarle nada más.
— ¿Qué ocurre? ¿Te sientes mal? — tenía los ojos llorosos.
— No fue nada — respondió ella, ocultándose.
— No, mírame — le pidió, alzando su barbilla.
Verlo al fin a los ojos hizo que una lágrima se derramara por su mejilla, y cuando intentó limpiársela con el dorso de la mano, notó que todavía tenía la fotografía doblada en un puño.
Quiso esconderla.
— ¿Qué es eso?
— Nada — salió del baño, consciente de que él la seguiría, aunque no esperó que la tomara de la cintura y la hiciera girarse, arrebatándole la fotografía.
Thiago desdobló la foto que poco a poco le mostró de que se trataba.
¡¿Qué carajos?!
Alzó la vista.
— ¿Qué significa esto? — le exigió saber — ¿De dónde la sacaste?