90. Yo soy tu papá
— ¿Nick? — jadeó Alexia, entornado los ojos, entonces gritó —: ¡Nick!
Cuando escuchó el rumor, no había podido creerlo, pero era verdad.
Su hermano estaba allí. Dios, su hermano había vuelto a casa, con su familia… con ella.
Bajó las escaleras y corrió con todas sus fuerzas.
Nick alzó la vista por encima del hombro de su mujer. Llevaban abrazados durante un largo rato y no parecía ser suficiente.
— ¿Alexia? — musitó, asombrado.
Calioppe se hizo a un lado para darles ese merecido momento, y vio cómo su cuñada se arrodillaba para ponerse a la altura de su hermano y estrecharlo entre sus brazos como a un niño pequeño, y es que aunque ella era menor que él por casi cinco años, en ese momento su corazón solo quería protegerlo.
El gesto fue desesperado, casi tosco, pero no le importó a ninguno de los dos, no tanto como el hecho de reencontrarse después de tanto tiempo.
— Dios, estás aquí, estás aquí — sollozó la muchacha, rebosada de gratitud y felicidad.
Nick se alejó un par de cen