Capítulo 69. Valdrá la pena
Benedict no piensa. La furia lo ciega en ese instante.
En su mente, solo existe una imagen: Isabella, riendo con otro, permitiendo que otro hombre esté cerca, disfrutando lo que debería ser suyo. El veneno de los celos le recorre la sangre, lo empuja, lo arrastra hacia ella sin medir consecuencias.
Se acerca a Isabella en dos zancadas, la toma del brazo con fuerza, apretándola más de lo necesario. Ella suelta un pequeño grito, intentando zafarse.
—¡Suéltame! —exige, forcejeando.
Pero Benedict ni se inmuta.
—Eres mía —gruñe, apretándola aún más fuerte—. Puedo hacer contigo lo que quiera. Resistirte no te va a servir de nada.
Ella niega con la cabeza; sus ojos brillan de miedo y de impotencia.
—Benedict… por favor…
Él no escucha. No quiere escuchar.
—Te compré, Isabella. —Las palabras salen frías, crueles—. Tu familia te vendió. ¿Recuerdas? Eres de mi propiedad.
Las lágrimas inundan los ojos de Isabella, pero no las deja caer. No tiene caso luchar. Cada palabra de Benedict pesa sobre el