Capítulo 63. Una locura
Los golpes en la puerta no cesan, pero Benedict los ignora por completo. Está demasiado concentrado en Isabella, en el deseo que lo carcome por dentro desde que la vio sentada junto a Larsson, con ese vestido verde claro que le envuelve el cuerpo como una caricia. Es recatado, sí, pero no puede evitar imaginar lo que hay debajo. Su piel tersa y blanca, sus curvas, la calidez que lo vuelve loco.
Isabella, en cambio, está nerviosa. Intenta apartarlo con ambas manos apoyadas en su pecho.
—Benedict, basta, nos van a descubrir —susurra, desesperada. Su corazón late tan rápido que siente que va a delatarla incluso antes de que alguien abra la puerta.
Él, en lugar de retroceder, roza deliberadamente su erección contra ella.
—Estoy muy excitado —le dice con voz ronca, oscura—. Necesito hacerte el amor ahora mismo.
—¡No! —Isabella lo empuja con más fuerza con la mano que tiene sana—. Estamos en un lugar público, esto es una locura. Aquí no.
Benedict la mira, como si su negativa fuera incompren