Aitana
El muelle de la Corporación Belmonte era un espectro industrial. La estructura de acero y madera se alzaba sobre el agua oscura, un lugar que había sido testigo de la primera traición y la fundación de nuestro caótico amor. Nos dirigimos al búnker de seguridad bajo el muelle, el refugio secreto que Alexander Volkov había diseñado para el control de la OPA inicial, y ahora, el escondite de Alexander V. y de nuestra hija, Isabella.
Julián Ferrer, operando desde su furgoneta de vigilancia a distancia, nos guiaba.
—El acceso principal al búnker está en la tercera columna del muelle —susurró Julián por el comunicador—. Hay un panel camuflado detrás de una placa de mantenimiento. El sistema es antiguo, del diseño de Volkov. Necesita la sangre de un miembro del linaje que él consideraba dominante.
—Entendido —dijo Sebastián, su rostro tenso, aferrado a mi mano.
Llevábamos un pequeño kit de ADN forense, que contenía una aguja esterilizada y un portamuestras. El plan era introducir mi A