Un silencio abrumador invadió el Salón del Concilio. El Mago Zhadli dobló cuidadosamente la hoja que acababa de leer, la guardó de nuevo entre los pliegues de la túnica y se dispuso a esperar pacientemente a que los presentes lograran superar la conmoción. Finalmente, fue Tabar quién decidió preguntar aquello que intrigaba a todos.
—¿Entonces están quienes deben estar en este...Concilio? — el Mago asintió — ¿Cómo lo sabe? No nos conoce, Mago ¿Cómo es posible que sepa nuestros orígenes?
—Los lazos de sangre... —Las palabras escaparon de los labios de Zarah. Una sutil sonrisa se dibujó en los labios del Mago.
—Me honra saber que ha leído mis Crónicas, mi Señora. Es cierto lo que dice, los lazos de sangre son una forma de reconocer el linaje mágico de las criaturas. Es como si cada linaje tuviera... un color característico que los diferencia.
—¿Todos los Magos pueden distinguir esos linajes?— la pregunta de Tabar resonó en el Salón donde reinaba el absoluto silencio.
—No todas las