10. Inicia la venganza.
10 Inicia la venganza
La noche anterior
Frente al enorme ventanal, mis dedos recorrían inconscientemente el vidrio frío.
Afuera, la lluvia arreciaba, distorsionando las luces de la ciudad, como si mis últimos seis años nunca hubieran tenido claridad.
La puerta del estudio se abrió sin hacer ruido. Máximo entró con dos vasos de whisky. El sonido de los hielos al chocar con el cristal sonó estridente en aquel silencio absoluto.
— ¿Otra pesdilla? — preguntó, acercándome uno de los vasos. Su mirada se clavó en el temblor casi imperceptible de mis manos.
No me volví. Tomé el vaso. El líquido ámbar reflejaba la lucha interna en mis ojos.
— Solo… me pregunto si esto está bien — dije, casi en un susurro, ahogado por el sonido de la tormenta.
Máximo no respondió de inmediato. Fue al escritorio, tomó una tableta, deslizó la pantalla y me la mostró. Ahí estaba: el nuevo medicamento para dormir de la Farmacéutica Santiago, con un titular brutal: “MÁS PACIENTES REPORTAN ALUCINACIONES