Cap. 91: Verdades sin adornos.
—¿De verdad vienes a preguntarme eso? —dijo al fin Marie, con voz contenida.
Nathan la observó, con el rostro imperturbable. Pero sus ojos… sus ojos buscaban algo que ni él sabía nombrar.
—Solo quiero entender lo que significó —murmuró—. Esa noche.
—¿Para mí? —Marie dio un paso hacia adelante, sin miedo—. ¿O para ti?
Él no contestó.
—Porque para ti —continuó—, fue una confusión. Un error. Un cuerpo que no reconociste. Una voz que no sabías si era mía o suya, y no pienses que te estoy juzgando o reclamando no es mi intención.
Nathan bajó la mirada. Su silencio era una defensa. O una rendición.
—¿Y para ti? —preguntó él, casi en un susurro.
Marie respiró hondo.
—Para mí… fue todo lo que no quería que fuera. Fue impulso. Fue deseo. Fue un momento en el que bajé la guardia… porque te sentía roto, solo, triste. Y porque, maldita sea, yo también me sentía así.
Nathan alzó la vista. El temblor en su mirada era real, aunque intentara disimularlo.
—No fue solo por eso —dijo—. No puede serlo.