El reloj marcaba casi las cinco cuando Sienna se subió al sofá y cruzó los brazos con expresión seria.

—Bueno… como mamá y papá no están, tú tienes que contarnos una historia —dijo, mirando directamente a Margaret.

Ethan se tiró al suelo, con la cabeza apoyada en las manos.

—¡Sí! Pero no de princesas aburridas. Una de verdad.

—Con acción —añadió Dylan, sentado con el peluche en el regazo—. Y travesuras.

Margaret alzó las cejas, sorprendida por la exigencia del comité infantil.

—¿Yo? ¿Contarles una historia?

—¡Sí! —gritaron los tres al unísono.

Sienna la miró con ese aire inquisitivo tan parecido al de April.

—Tú conoces muchas… porque eres viejita.

Margaret soltó una risa inesperada. Auténtica. Sacó un cojín y se acomodó en la butaca con una elegancia relajada, poco habitual en ella.

—Bueno… entonces les contaré la historia de un niño que se llamaba Logan. Logan Montgomery. ¿Les suena?

Los trillizos se incorporaron de inmediato.

—¿Nuestro papá? —dijo Dylan, con los ojos abiertos como