Una carta dolorosa

Elizabeth apretó los labios con fuerza intentando no llorar. Tenía que irse, apartarse de Michael antes de que él la volviera a destruir de nuevo. Se pasó la mano por la cara apartando las lágrimas que bajaban por sus mejillas y luego soltó un suspiro doloroso. ¿Cómo iba a soportar una vida sin Alisson? ¿Sin los trillizos? Tragó grueso, sintiendo como algo doloroso se acumulaba en su garganta. No quería irse, pero tenía que hacerlo.

Tomó la maleta y comenzó a echar toda la ropa que podía. También metió un par de fotografías donde estaban todos en familia y luego echó su pasaporte. Cerró la maleta y se acomodó un moño alto para luego salir de la habitación arrastrando su pasado disfrazado de ropa. Cada paso que daba por las escaleras resonaba como un eco de todo lo que dejaba atrás.

No podía permitir que ese niño creciera en medio del mismo silencio, la misma sombra que envolvió a Alisson. No soportaría verlo desde lejos, como si no existiera. No soportaría verlo crecer con un padre
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