Alisson se miró en el espejo y se ajustó un vestido rojo que se amarraba a su cuello. Le quedaba hermoso, un poco suelto en la falda pero con un escote en “V” en el pecho que hacía entrever el inicio de sus tetas. Encima se puso un saco color crema y unas sandalias del mismo color. Los días en la empresa habían pasado rápidos, después de que Christopher había presentado a los niños todo estaba en la normalidad entre ellos. No más acercamientos intensos, ni palabras coquetas y muchos menos besos repentinos.
¿Será que eso era lo único que le importaba a él?
Pensó ella mientras se colocaba unos aretes de oro blanco que caían en su cuello de manera elegante. Estaba contenta porqué sus hijos tenían a su padre y Christopher no era uno malo después de todo. Se estaba haciendo cargo de las cuentas y hasta se los llevaba con él cada vez que podía pero… ¿Y ellos?
—Eso no importa, Alisson, tu y Christopher terminaron hace mucho tiempo —se dijo mientras se miraba en el espejo.
Con un suspiro de