«Ese es el problema del amor cuando no eres amado», pensó Bryce
—¡Yo te amo, Marbella! Sé que tú me amarías, pero este infeliz, traidor está enloqueciendo tu mente, ¿olvidaste lo que te hizo en el pasado? Cuando te acusaron, él no creyó en ti, ¡yo creí en ti, Marbella! ¿Es así como me pagas? —exclamó Bryce
Marbella tenía ojos llorosos.
—Vete ya, Bryce.
—¡Lárgate! —bramó Lugh
Los guardias se acercaron, al final Bryce se fue, lanzó una última mirada severa contra Marbella, luego encendió el auto, se fue de ahí.
Manejó a toda prisa, como si quisiera arrancar el volante y los pedales.
Todo lo que podía pensar era en Marbella y esas palabras
«Yo no te amo a ti»
Detuvo el auto a medio camino.
—¡Pues debes amarme! ¡Debes amarme! No es justo que todo tu amor lo tenga Lugh, cuando es un miserable que te engañó, él no merece tu amor, no sé de qué forma lo haré, pero te aseguro, Marbella, serás solo mía —sentenció, luego encendió el auto y siguió el camino.
Marbella y Lugh fueron a la