Al día siguiente
Cory abrió los ojos, se habían quedado a dormir en el salón, con la chimenea encendida y los niños dormidos alrededor.
Ella estaba recostada sobre el pecho de Niall, cuando observó su rostro, él aún dormía plácidamente, su mano de forma instintiva acarició su rostro. Se veía más joven cuando dormía, era un hombre fuerte, y dulce a la vez, solía preguntarse por qué no lo vio antes, bueno, él se marchó al internado apenas cumplió los doce años, su padre quería que fuera un gran empresario, lo logró.
«Es tan raro saber que eres amada, y que no sientas que lo mereces, ni siquiera sé que amas de mí, Niall», pensó
Cory se levantó, salió de ahí y fue a la cocina.
La abuela despertó poco después, a esa hora las empleadas aún no comenzaban su horario. Cuando la mujer llegó a la cocina se sorprendió de ver a Cory ahí.
—¿Qué haces, hija?
—Hago el desayuno, abuela.
Delia sonrió.
—¿Y eso? ¿Qué haces? ¿Tú has hecho tiramisú? Es el postre favorito de Niall, si la memoria no