Mandy puso comida en la mesa. Miró al hombre, tenía una sonrisa blanca en el rostro.
—Vamos, siéntate a comer, después de que casi te ahogas, deberías dar gracias a la vida, y disfrutar de un poco de comida deliciosa.
Matt se sentó a la mesa con ella.
—La gente como yo no sabemos de buena vida —dijo Matt
Mandy le miró fijamente, arrugando el gesto.
—Te aseguro una cosa: si hubieses crecido en el lugar donde lo hice yo, no hubieras aguantado ni un día.
Matt sonrió, su sonrisa era perlada, grande y suave.
—¿Tan mala fue?
—Mala y tres veces, no teníamos que comer. Mi padre nos dejó por las drogas, terminó muerto y su cuerpo en una tumba común, ni siquiera pudimos reclamarlo, ¿con qué dinero se le enterraría? Mi madre hizo lo que pudo y, como siempre pasa, siendo pobres, enfermó, yo tuve que hacer de madre subrogada para poder pagar su tratamiento, ¿y qué crees? El hijo de puta que debió pagarme por dar a luz a su bebé, no lo hizo, mi madre murió, y yo ni siquiera lo supe, porque e