Varios meses después.
Abby estaba sentada en el jardín, con su prominente vientre.
Denver y ella aún no elegían el mejor de los nombres para su bebé, que sería un varón.
Ella sonriò al recordarlo, casi con ocho meses y medio podía sentir a su bebé moverse en su vientre, parecía ser muy inquieto.
—¿Cómo debemos llamarte, cariño? Papá y yo estamos locos buscando el mejor de los nombres. Pero, quizás el màs sencillo es el mejor.
Denver llegó, observó a su esposa con esas rosas.
—¿Qué haces, amor? Deberías ir a descansar —dijo Denver.
Ella sonrió, acarició su rostro.
—¿Has pensado en un nombre? —preguntó
Él sonriò, besó sus labios.
—Pensé en un nombre ¿Qué te parece Derek, se parece a Denver?
Ella rio un poco, él la ayudó a levantarse.
Tocó su vientre.
—¿Tienes hambre?
Ella asintió.
—Les haré un delicioso sándwich.
Caminaron adentro, cuando ella sintió ese dolor, se detuvo y su rostro se puso blanco.
Denver se asustó.
—¿Amor?
—Estoy bien, tu hijo se ha puesto difícil.
Intentó dar un paso,