Eliot se quedó helado al escuchar las palabras de Carolina. Durante un segundo, pensó que había entendido mal, que quizá su mente confundida por la desesperación le había jugado una mala pasada. Pero no… ella lo había dicho con claridad. Con firmeza. Pidiendo el divorcio. Su corazón se comprimió en un puño.—¿Qué dijiste…? —murmuró, su voz apenas un susurro.Carolina lo miró con los ojos hinchados por el llanto, su rostro pálido y tembloroso. Todavía sostenía su camisa con manos débiles, pero en su mirada había una determinación que Eliot no había visto nunca antes.—Debemos divorciarnos, Eliot… por favor —repitió, con la voz entrecortada—. Es la única manera. Axel me advirtió que si no lo hago, se llevará a Diana… y no la volveré a ver.Eliot dio un paso atrás, apartándose de sus manos como si le quemaran la piel.—¿Estás loca? —espetó, sin poder ocultar el temblor en su voz—. ¿Acaso vas a hacer lo que Axel quiere? ¡No, Carolina! ¡No puedes cederle así! Eso es exactamente lo que él b
Carolina no supo cuánto tiempo pasó en el suelo frío del hospital. Estaba acurrucada contra la pared, con los brazos rodeando sus piernas y la frente apoyada sobre las rodillas. Lloró en silencio, dejando que las lágrimas corrieran por su rostro sin preocuparse por secarlas. Nadie entró. Nadie la vio. Y, de alguna forma, eso era lo que necesitaba: estar sola.El eco del portazo de Eliot aún resonaba en su pecho. Pero más fuerte que eso… era la voz de Diana en su cabeza, la imagen de su hija , la posibilidad de volver a abrazarla. No podía esperar más. No podía quedarse quieta, paralizada por el miedo o por el dolor. Tenía que actuar. Tenía que hacerlo por su hija.Respiró hondo. Una, dos, tres veces.Entonces se levantó.Sus piernas temblaron al principio, pero no se permitió caer. Caminó hasta el armario, sacó lo primero que encontró: unos jeans, una camiseta sencilla y un abrigo. Se vistió con manos temblorosas, secándose las lágrimas con la manga. Miró la puerta… y salió. Caminó po
El sonido del motor era lo único que acompañaba a Axel en el silencio de la madrugada. La tormenta se había calmado, pero las gotas seguían golpeando el parabrisas de forma constante. Llevaba a Diana de regreso a casa, luego de convencerla, con paciencia y dulzura, de que no debía preocuparse por lo que había escuchado. Que todo iba a estar bien.Diana ya dormía en el asiento trasero. Su respiración era suave, tranquila. Axel mantenía una mano firme en el volante, aunque su mente no estaba del todo presente. Algo le daba vueltas en el pecho, una sensación rara. Una inquietud que no podía explicar.Entonces, el teléfono sonó.Era Darren.Un amigo de años, compañero de universidad y médico de urgencias en uno de los hospitales de la ciudad.—¿Darren? —contestó Axel de inmediato.—Axel… —la voz al otro lado sonaba tensa, cargada de gravedad—. No sé cómo decirte esto, pero… Carolina está en el hospital.Darren eso ya lo se de hecho acabo de verla - Murmuró .Axel no me estas entendiendo .
—Darren, necesito que esto quede entre nosotros. No le comentes a nadie sobre el accidente de Carolina. Además, organiza todos los trámites lo antes posible; en cuanto tengas todo listo, me llevaré a Carolina al extranjero.Darren frunció el ceño al recibir la orden, notándose la preocupación y urgencia en la voz de Axel. Tras un breve instante de tensión, el médico asintió con pesar, sabiendo que no había otra opción.—Entiendo, Axel. Haré lo que me pides —respondió con determinación, antes de volver a mirar a la sala donde yacía Carolina.Axel asintió lentamente y, sin apartar la vista del monitor que mostraba a Carolina, se giró y salió de la sala. Mientras caminaba por los pasillos fríos del hospital, su mente se debatía entre el plan que estaba a punto de ejecutarse y el dolor silencioso que le embargaba.Al salir al vestíbulo, se encontró con Diana y Tyrone. La joven, apenas dormida, era sostenida suavemente por el señor Tyrone, quien parecía ser una presencia reconfortante en m
POV : Eliot Won Sentí cómo mi corazón se caía a pedazos cuando Carolina mencionó el divorcio. Era como si alguien hubiera metido la mano dentro de mi pecho y lo estuviera aplastando sin piedad. Simplemente no podía. No podía dejarla ir. Ella era mía… mía y de nadie más. No dejaría que Axel me la arrebatara, no después de todo lo que habíamos pasado. No después de haberla amado hasta romperme.Salí dando un portazo porque necesitaba aire, necesitaba espacio. Caminé sin rumbo por los pasillos del hospital, con la rabia ardiéndome en el pecho. No sabía si quería gritar, romper algo o volver corriendo a abrazarla y suplicarle que no me dejara. Y al final, cuando el torbellino de emociones empezó a calmarse un poco, supe lo que tenía que hacer.Volví.No podía permitir que esto terminara así.Abrí la puerta de su habitación con fuerza, esperando encontrarla en la cama, con los ojos llenos de lágrimas pero todavía ahí… todavía conmigo.Pero no había nadie.La cama estaba vacía. Las sábanas
POV : Tatiana Negrete Apenas Eliot cruzó la puerta y escuché cómo el rugido de su auto se perdía en la distancia, me desplomé en el sofá. Durante unos segundos fingí que seguía llorando, por si acaso algún criado curioso venía a husmear… pero cuando estuve completamente sola, cuando sentí que no había más ojos mirándome…Estallé en carcajadas.Una risa seca, aguda, descontrolada. Como una chispa que encendía una locura que llevaba demasiado tiempo conteniéndose. Me llevé una mano al pecho, apenas podía respirar de tanto reír. ¡Dios! Si Eliot supiera lo que había pasado en realidad… si supiera a qué vino a llorarme…—Sí, Eliot… anda, búscala —murmuré, riéndome como una lunática—. Búscala por toda la ciudad, por cada rincón… y cuando la encuentres, espero que sea su cadáver lo que arrastres de vuelta. Así podré escupirle encima con todo el desprecio que le tengo.Me puse de pie, con una sonrisa cruel pintada en los labios. Caminé lentamente por la sala, esquivando los pedazos del jarró
POV : Eliot Won Pasé toda la noche sentado en los escalones de su apartamento, sin moverme, sin dormir, esperando. Cada vez que escuchaba un auto acercarse, me ponía de pie de golpe, con la esperanza tonta de que fuera ella. Pero nunca era Carolina. Solo el silencio de la madrugada y el zumbido intermitente de los postes de luz que iluminaban la calle vacía.Mi cuerpo ya me pedía descanso, pero mi mente no se rendía. Algo no estaba bien. Lo sabía. Lo sentía como una punzada clavada justo en el centro del pecho.El cielo apenas empezaba a clarear cuando el pitido de mi celular me sobresaltó. No lo pensé. Ni siquiera miré quién llamaba. Simplemente contesté, como si cada segundo contara.—¿Carolina? —pregunté, con la voz rota de cansancio y ansiedad.—Señor —dijo la voz de mi asistente al otro lado, tensa, cortante—. Le tengo malas noticias. Acaban de informarme que su esposa… que la señora Carolina ha sufrido un accidente. El taxi en el que viajaba fue impactado por un camión. El cond
POV : Tercera Persona Eliot no podía moverse. Sus piernas temblaban, sus labios seguían murmurando palabras que ni él mismo comprendía. Finalmente, con el alma desgarrada, se acercó al cuerpo que yacía frío sobre la camilla. No le importó la sangre ni el desorden del rostro. No le importó que el aire en la sala fuera helado. Solo sabía que la mujer que amaba estaba allí… o eso creía.Se inclinó lentamente, y con las manos temblorosas, rodeó el cuerpo con sus brazos. Hundió el rostro en el pecho de Carolina, como si así pudiera traerla de vuelta, como si abrazándola pudiera borrar todo. Las lágrimas caían sin cesar, mojando la tela blanca que la cubría.—Perdóname… —susurró entre sollozos—. Perdóname por no estar cuando más me necesitabas… por no protegerte… por dejarte sola.Acarició el rostro de la mujer, aun sabiendo que ese rostro ya no podía sentir. Besó su frente con una devoción dolorosa, como si pudiera transferirle vida otra vez. Se quedó así durante minutos, tal vez horas, a