El hospital estaba sumido en el ajetreo habitual: médicos y enfermeras caminaban de un lado a otro, las luces frías iluminaban el pasillo, y el aire olía a antiséptico. Pero Eliot no veía ni escuchaba nada de eso. Su única preocupación era encontrar a Carolina.
Empujó las puertas con fuerza y se dirigió a la recepción.
—¡Carolina Langford ! —exigió, con la voz cortante—. ¿Dónde está?
La recepcionista levantó la vista, sorprendida por su tono.
—Señor, cálmese. ¿Es usted familiar?
—Soy su prometido.
—Habitación 307 —dijo finalmente, después de teclear unos segundos en la computadora.
Eliot no esperó más. Se dirigió a la habitación con pasos largos y furiosos. Pero al llegar, lo que vio lo detuvo en seco.
Axel estaba sentado junto a la cama de Carolina.
El hombre que más odiaba en el mundo.
Su hermano.
- Estaba ahí, al lado de ella, como si tuviera derecho.
Carolina tenía una venda en la frente y el labio partido. Su piel estaba pálida, y sus ojos se abrieron lentamente al escuchar el ru