POV: Carolina Langford
El camino de regreso a la mansión fue silencioso.
Axel conducía, su mano sobre la mía, como si necesitara ese contacto para asegurarse de que aún estaba allí. Yo miraba por la ventana, fingiendo estar perdida en pensamientos borrosos, cuando en realidad cada segundo lo usaba para pensar en mi plan.
Tenía que ser cuidadosa. Cada gesto, cada palabra. Tenía que ser la mujer que él quería ver. Tenía que esconder el temblor en mis manos y la rabia en mi pecho.
Cuando llegamos, Diana salió corriendo al encuentro del auto. Su carita se iluminó al verme, y algo en mi pecho se quebró. Me arrodillé para abrazarla, y sus brazos pequeños rodearon mi cuello con fuerza.
—Te extrañé mucho, mami —susurró.
No supe qué decir. Solo la abracé más fuerte.
Los días pasaron lentos, como si el tiempo estuviera esperando que algo estallara. Me levantaba temprano, desayunaba con Axel y los niños, fingía sonreír. Por las tardes caminaba por el jardín, buscando en los rincones algo que des