POV : Tatiana Negrete
Apenas Eliot cruzó la puerta y escuché cómo el rugido de su auto se perdía en la distancia, me desplomé en el sofá. Durante unos segundos fingí que seguía llorando, por si acaso algún criado curioso venía a husmear… pero cuando estuve completamente sola, cuando sentí que no había más ojos mirándome…
Estallé en carcajadas.
Una risa seca, aguda, descontrolada. Como una chispa que encendía una locura que llevaba demasiado tiempo conteniéndose. Me llevé una mano al pecho, apenas podía respirar de tanto reír. ¡Dios! Si Eliot supiera lo que había pasado en realidad… si supiera a qué vino a llorarme…
—Sí, Eliot… anda, búscala —murmuré, riéndome como una lunática—. Búscala por toda la ciudad, por cada rincón… y cuando la encuentres, espero que sea su cadáver lo que arrastres de vuelta. Así podré escupirle encima con todo el desprecio que le tengo.
Me puse de pie, con una sonrisa cruel pintada en los labios. Caminé lentamente por la sala, esquivando los pedazos del jarró