Lucia lloraba en la cama. Se había cambiado la ropa elegante por un pijama, y se limpió el rostro con crema para desmaquillar, se peinó el cabello y se metió a su cama a llorar, no quería echarse a la cama acabada y adolorida, no dejaría que la situación se la tragara, si algo había aprendido era a sobreponerse a situaciones adversas, también había descubierto su valor, y de lo que era capaz.
No quiso responder a los mensajes de Gabriel, tampoco quiso hablar con su padre o su asistente, se dedicó a llorar diciendo que serían las únicas lágrimas que iba a derramar por su esposo.
Enrique entró a su habitación, ella se sobresaltó y se incorporó en la cama con un movimiento brusco.
—¡Lucia! ¿Cómo estás?
Pasó saliva, se limpió las lágrimas en medio de la oscuridad.
—Tratando de dormir —respondió haciéndose la fuerte.
—Es una campaña en mi contra, quieren hacerme renunciar, no quieren que aspire a la gobernación.
Lucia aspiró aire y lo soltó lentamente, procuraba darse valor.
—Qué bueno que