Sara estaba a punto de enderezarse para darle un puñetazo a su excuñada cuando la voz firme de Emiliano resonó por toda la sala de espera. Ambas levantaron la cabeza y se encontraron con la mirada fiera del ceo que avanzó hacia ellas con paso firme.
— ¡Qué la sueltes! — le gritó a su hermana, pero Luna no soltó a Sara.
— Esta mujer tiene el descaro de aparecerse en Casa Monter — bufó la trilliza— yo misma la sacaré del cabello.
La mano de Emiliano se movió rápido y se afianzó en la muñeca de su hermana apretándola con fuerza, tanta que la mujer se removió del dolor y la final soltó el cabello rubio de Sara que se acarició la cabeza.
— Pues Sara es mi invitada, así que te pido… no, ¡Te ordeno! Que la dejes en paz — Luna le dio una fría mirada a Sara.
— No puedo creer que tenga el descaro de regresar y tú de invitarla después de todo lo que pasó.
— ¿Todo lo que pasó? — bufó Emiliano — ¿Te refieres a todas las humillaciones que le hicieron? No seas cínica, Luna, y mejor métete a la sala de juntas, ¡Ahora! — cuando gritó, todas las personas en la sala dieron un salto.
— ¿Qué dirá tu esposa que defiendas tanto a tu ex? — lanzó su veneno Luna antes de desaparecer. Cuando la mujer desapareció, el ceo se volvió hacia Sara.
— El primer día y ya estás causando problemas, parece que no has cambiado — Sara sea aguantó las ganas de darle una bofetada.
— Yo estoy aquí obligada, usted…
— No importa — le interrumpió — Ya te estamos esperando en la sala de juntas, y no le preste atención a mis hermanas, sabe que son unas brujas.
— ¿Brujas? Son accionistas y ejecutivas de esta empresa, Luna controla las finanzas, Lura el área de producción y Leticia la publicidad y…
— Y el área de diseño es totalmente independiente, lo sabes, ellas no se meterán en tu trabajo y ni tú en el de ellas — Sara apretó su cuaderno contra el pecho.
— Hablas como si tuviera alguna posibilidad de quedarme, mira toda la competencia — Emiliano la soltó y le señaló la puerta de la sala de juntas.
— ¿Crees que podrás librarte de mi fácilmente? — Sara pasó saliva y caminó tras el hombre.
Varios de los candidatos se quejaron por el favoritismo con la recién llegada, muchos llevaban horas esperando, pero Emiliano los cayó de una fría mirada, su carácter no había cambiado con los años, seguía siendo gritón y malgeniado.
Cuando la puerta de la sala de juntas se abrió, lo primero que se encontró Sara fue con las gemelas, las tres eran como tres gotas de agua, tan parecidas que era escalofriante.
Luna, Laura y Leticia, o como Sara las llamaba. La bruja, la tonta y la llorona. Luna era muy inteligente, fría y calculadora, Laura era torpe, medio bruta, a Sara le sorprendió que pudiera con su cargo como gerente de producción, y Leticia era llorona, emocional e impulsiva.
A dentro había cinco inversionistas más, la abuela de Emiliano, su padre, y tres inversionistas minoritarios.
— Buenos días — saludó Sara y todos la miraron. La abuela de Emiliano era una señora de edad, desde la muerte de su esposo había asumido el cargo de la matriarca de la familia y Sara la respetaba mucho.
— Así que es verdad — le dijo la mujer — pensé que era una broma cuando mi nieto me dijo que habías aparecido, ¿y ahora pretendes querer trabajar aquí? — Sara sabía cómo debía ser el trato con la señora Amelia, la anciana odiaba a la gente débil.
— Yo mejor que nadie conozco las necesidades y el estilo de Casa Monter, no les estoy pidiendo que me regalen el puesto, por eso estoy aquí como cualquier otro, haciendo una entrevista — Emiliano, muy amablemente, le acercó una silla para que se sentara.
— bien — dijo la anciana Amelia — si no quieres ganarte el puesto por influencia, entonces, Sara, ¿qué tienes para ofrecernos — Sara respiró profundo, los diseños que estaba a punto de mostrar eran parte de su creatividad más íntima, los había realizado en la comodidad de la discreción dejando volar su creatividad, nunca imaginó que algún día los compartiera con alguien.
— Pues yo vengo a ofrecerle a Casa Monter el siguiente paso hacia su evolución, yo más que muchas personas conozco el estilo de esta empresa, como todos saben, formé parte de esta junta directiva…
— Hasta que desapareciste sin dejar rastro — le cortó Luna pero Sara la ignoró, se puso de pie y dejó el cuaderno frente a doña Amelia. En teoría, a la persona principal que debería convencer era a Emiliano, el hombre tenía dos votos en la junta, pero en el fondo ella ya sabía que él la apoyaría, si convencía a doña Amelia, los demás la seguirían.
— El estilo de Casa Monter siempre ha sido muy clásico, yo pienso que la empresa comienza a quedarse rezagada en cuanto a su competencia, yo propongo crear, no solo estilos más modernos, sino complementar a los modelos que ya existen y que son un clásico para la marca además… esto sí quisiera consultarlo primero con el señor Emiliano, ya que es algo más de finanzas que de creatividad — doña Amelia tomó el cuaderno y comenzó a ojear los diseños.
— Quiero que nos lo cuentes — Sara miró a Emiliano y se aclaró la garganta, él asintió con la cabeza.
— bien, Casa Monter tiene diseños exclusivos, muy costosos, son pocas las personas que pueden acceder a ellos, para empezar, gente de clase alta. Yo propongo crear una línea más económica, pero aún así de alta calidad, para que personas de clase media a baja puedan adquirir diseños exclusivos y así llegar a un mercado mucho más amplio.
— ¡Eso es una completa ridiculez! — gritó Luna y le dio un puño a la mesa — si cualquiera tiene acceso a un diseño de Casa Monter, ¿Dónde queda nuestra exclusividad? — miró a Sara con rabia.
— Pues, de eso se trata crear una nueva línea, los diseños costosos de primera clase serán siendo iguales, solo personas de alto estrato social pueden acceder a ellos, crear una línea más económica puede incentivar nuestras ventas y mejorar los ingresos — comentó Emiliano aprobando la idea de Sara y ella sonrió, aquello la hizo sentir motivada y respaldada.
Doña Amelia cerró el libro de golpe y miró a Sara.
— Pues yo voto que sí — dijo y el corazón de Sara dio un vuelco.
Sara sintió que el corazón le dio un vuelco en el pecho, contuvo el aliento y apartó la mirada de todos los miembros de la junta que clavaron sus ojos en ella.—¿Pero de qué estás hablando, abuela? — preguntó con brusquedad Luna y doña Amelia tomó el cuaderno de Sara y se lo lanzó a su nieta golpeando la mesa con fuerza.— Mira los diseños. Ninguno de los diseñadores que hay afuera logrará hacer algo como esto. Pienso que las ideas innovadoras de Sara podrían hacerle bien a la compañía en un momento tan crítico como estos, Pero eso no lo puedo decir solo yo. El presidente es Emiliano. Él tiene dos votos a diferencia de nosotros que tenemos solo uno — Laura, la otra gemela, habló mientras se observaba las puntas del cabello, Vanidosa, — Es obvio que mi hermano va a votar que sí.— y yo les pido que ustedes voten igual — las regañó la abuela — Sara recordaba bien a la mujer, era fuerte y decidida como su esposo, todos la respetaban, su opinión importaba, era la matriarca del legado Mo
Sara tiró del cabello de Luna, la empujó con fuerza contra el pavimento y ambas mujeres salieron rodando, ella ya no era la misma niña tonta que se dejaba humillar, se ganaría el respeto de las trillizas así fuese a los golpes, Así que se subió a horcajadas sobre Luna y le apretó el cuello contra el pavimento.— Yo ya no soy la de antes —le dijo. Le escurría champán por el cabello que la melliza le había tirado en la cabeza, la cara de la mujer estaba roja de la ira. Las otras dos mellizas llegaron corriendo con Luna para rescatarla del fuerte agarre en el que la tenía Sara, la tomaron por debajo de los brazos y la sacaron de ahí.— ¡¿Ahora qué está pasando?! No puedo creer que ya lleguen a esto — les gritó alguien desde la entrada, era Emiliano que corría hacia ellas.— Ella empezó — le dijo Sara mientras Luna se desarrugaba el costoso vestido. — No me importa que no hubieras empezado. Tú eres una accionista de la empresa y ejecutiva, y tú ahora eres la nueva diseñadora, no pueden d
Sara se apartó del agarre de Emiliano con fuerza, dándole un golpe en la muñeca. — No me puedes exigir que te diga nada, ya no importa. — No, te equivocas, importa, así que dímelo.— Pero antes no querías que te dijera nada — Emiliano dudó.— Pues ahora sí quiero.Sara sabía que no podía escapar de aquella situación, pero tal vez podía retrasarla un poco, así que abrió la puerta del auto en medio de la calle y salió corriendo a toda velocidad dejando al CEO en su auto, fúrico. No tenía dinero para tomar un taxi, así que tuvo que caminar hasta la estación del metro y cuando llegó a casa se encontró a su hermana ayudándole con la tarea a sus hijos. Mael corrió hacia ella y se le colgó del cuello, luego la tomó por la mano y la llevó al mueble. — ¿Dónde estabas, mami? — Sara observó los tres pares de ojos que se posaron en ella, con anhelo y esperanza. — Logré conseguir trabajo — les contó y Sofía se puso de pie y caminó hasta ella. — ¿Dónde? — Sara le apartó la mirada. — Soy la
En efecto, Emiliano Monter había pagado la colegiatura de seis meses por adelantado en uno de los mejores colegios de la ciudad. Para Sofía era complicado, estaba un poco triste de dejar a sus amigos con los que había estudiado durante toda su vida. Pensó que se graduaría con ellos, faltando tampoco cambiar de colegio era un golpe duro para la muchacha, pero no se lo dijo a Sara, la joven entendía que estaban pasando por un mal momento, que si Emiliano había pagado la colegiatura, lo mejor que podían hacer era aceptar, no podían darse el lujo de rechazar una gran oportunidad, pero Sara en la noche entró a la habitación de la muchacha que estaba acostado boca abajo con la cara entre las almohadas.— Tú volverás a tu antiguo colegio, te lo prometo.— Claro que no, Emiliano fue muy amable al pagarme un cupo en esta prestigiosa escuela, no puedo ser tan arrogante y malagradecida, además salir graduada de ahí sería bueno para mi currículum — Pero Sara negó.— ¿Y para tu vida? ¿Sería bueno?
Sara entró a la oficina de la gemela, era amplia, con un enorme ventanal. Cuando se sentó frente al escritorio Leticia la miró de los pies a la cabeza. — ¿Qué diablos es lo que quieres? — le preguntó la gemela. Sara se aclaró la garganta. Simplemente quería pedirle el favor y luego salir corriendo de esa oficina, pero luego se encogió de hombros.— Leticia, tú y yo nunca hemos tenido problemas, nunca hemos tenido un conflicto más allá del conflicto en el que nos haya metido Luna, siempre he creído que eres una mujer amable y emocional.— ¿Te estás burlando de mí? — preguntó la gemela y Sara negó con vehemencia. — Claro que no me estoy burlando de ti, a lo que quiero llegar es que no tenemos que ser enemigas, ninguna de nosotras tenemos que ser enemigas. Ahora trabajamos para el mismo equipo e independientemente de lo que hubiera pasado con nosotros en el pasado, no debería de afectarnos ahora — Luna dice…— ¿Y no estás harta de pensar lo que Luna piensa y hacer lo que te diga que
Sara llegó con la mujer, separadas únicamente por un palmo. Si alguna quisiera podría abofetear a la otra.— No permitiré que vengas aquí a insultar a mis modelos. Cuando me contrataron en la junta, fue muy claro que diseñaría para personas del común, es el nuevo nicho al que quiere apostar Casa Monter — Luna le apartó la mirada y miró por sobre el hombro de Sara a los seis modelos que estaban bastante incómodos.— Una cosa es diseñar para gente común, otra cosa es diseñar para mediocres. No me he partido la espalda todos estos años en esta empresa para que al final una gorda como estas termine modelando un diseño de Casa Monter. A mí no me importa si la gran diseñadora Sara Fansheri quiere dañar su reputación permitiendo que este tipo de personas modelen ropas con su apellido, pero no las modelarán con el emblema de Casa Monter en la etiqueta. Esta es una empresa del glamour, de exquisitez, para personas que son personas dentro de la sociedad, no para cualquiera que tenga el dinero p
Cuando Sara despertó en la mañana, estaba emocionada. Al fin tenía sus modelos de tallaje. Ese día lo citó a todos, debía tomar sus medidas y analizar sus físicos para entender cómo las telas podrían adecuarse a sus cuerpos, Cómo podría hacer los ajustes para que una persona un poco más gordita Que Kelly entrara dentro del vestido y también un hombre tal vez menos fuerte que Israel, el Moreno alto y musculoso, Así que se puso de pie en la mañana, se duchó con un agua muy fría y despachó a sus gemelos con la mujer que Emiliano había enviado para llevarlos todos los días a su prestigioso colegio, luego animadamente pagó la colegiatura de la escuela de Sofía con el adelanto de su sueldo que le había hecho Emiliano. Cuando estaba sola en casa tomó un par de Hilos de colores que tenía sobre el almacén y salió disparada hacia Casa Monter, mientras estaba en el metro su mente divagaba. Era lo que siempre hacía, imaginaba personas con prendas, cómo lucirían caídas, encajes y cortes, era su m
Sara dejó caer el cuaderno que tenía en las manos y dio dos pasos atrás, Mario dio dos pasos al frente. Se veía tan imponente y arrogante como siempre, aunque los ocho años que habían pasado sin verse le habían sentado. Se veía más maduro, con unas pequeñas arrugas a los lados de los ojos y una que otra cana reluciendo en su oscuro cabello.— ¿Por qué tienes tanto miedo? — le preguntó el hombre — lo que pasó entre nosotros fue hace muchísimos años — Sara apretó los puños, asqueada.— Entre nosotros no pasó absolutamente nada— él ladeó la cabeza en ambas direcciones.— Es un sí y un no, entre nosotros sí hay algo, ¿recuerdas? Hay un pequeño secreto, una promesa. La promesa de que nunca regresarías a Casa Monter.— Cuando me fui de la vida de Emiliano, lo hice por otras circunstancias — le dijo ella. Aunque estaba muriendo del terror por dentro, por fuera agradeció estar llena de energía y rabia — yo me fui por otra circunstancia, no por usted ni sus amenazas vacías que no me asustaro