Sara se recostó en la puerta y lloró.
No podía ser que después de tantos años los sentimientos que tenía por él no hubieran desaparecido, ella lo sabía en el fondo, sabía que lo seguía amando a pesar de todo, pero nunca imaginó que volvería a verlo, ni siquiera cuando regresó a la ciudad temió que pudiera encontrarlo. Siempre trataba de evitar los lugares donde podría tal vez encontrarlo, pero nunca imaginó que sería el hombre de La despedida de soltero.
Cuando paró de llorar y los recuerdos dejaron de atormentarla, se puso de pie y caminó hacia los diseños. Tenía que terminar dos vestidos esa misma tarde, esos le permitirían vivir al menos una semana, después ya verían qué lograban hacer.
Estaba trabajando en ellos intentando no pensar en Emiliano y en que podía quitarle a sus hijos si no aceptaba la propuesta de diseñar para Casa Monter cuando la puerta se abrió, su hermana Sofía y sus hijos entraron por ella con el uniforme del colegio.
— ¿Qué están haciendo aquí tan temprano? — los regañó, Sofía se metió las manos en los bolsillos de la falda, mientras la niña corría a darle un abrazo a su madre.
— Lo que pasa es que nos suspendieron porque hicimos algo malo, pero no te preocupes, nos dejarán estudiar en casa una semana y luego regresaremos —Sara se cruzó de brazos, luego miró hacia su hijo que le agachó la mirada.
— Mami, Es que no nos dejaron entrar porque no has pagado la mensualidad — la tía del niño lo regañó.
— Lo siento, hermana, no quería decirte la verdad para que no te sintieras presionada, ¡Pero no importa! Yo puedo enseñarle a Mael y a Mara desde la casa — Pero Sara negó.
— ¿Y a ti quién te enseña? Estás a punto de graduarte, no puedes darte el lujo de perder este año — les dio la espalda para que no vieran Como los ojos se le llenaron de lágrimas. Observó su casa con manchas y humedad.
Regresar a Casa Monter podía ser un infierno, las razones por las que salió de allí eran variadas, pero podría ser diferente. Cuando se casó con Emiliano compartían su casa junto con su familia, trabajar en la empresa podía ser diferente, era otro ambiente, otro lugar, así que se enjaugó las lágrimas y se sonó en la nariz con el delantal.
— Tranquilos, Todo va a estar bien — les dijo — Sofía, ayúdame a terminar estos vestidos, Mañana tengo una entrevista de trabajo.
— No me digas que al fin vas a dejar tu carrera de bailarina exótica — preguntó la muchacha con alegría, pero Sara no contestó.
Pasaron el resto de la mañana y la tarde terminando los vestidos, cuando llegó la noche Sara tomó el teléfono y lo apretó contra el oído.
Recordaba perfectamente el número de la empresa pero luego negó, si ella iba a ganarse ese puesto lo haría legalmente, así que colgó de nuevo, tomó los cuadernos con sus diseños y los observó. Claro que podía ganarlo, era buen momento para regresar.
La razón principal por lo que había abandonado a emiliano estaba fuera de ese país, las cosas, imaginó, ya debían haber cambiado, Así que en la mañana siguiente se puso su vestido más bonito, el de flores amarillas a media pierna, se trenzó el cabello y se maquilló de una forma muy decente.
Cuando llegó a la empresa, apretó el cuaderno con fuerza contra su pecho en un abrazo. Cuando estaba casada con Emiliano no había ido muchas veces a ahí, pero las pocas veces que cruzó por la puerta fueron un verdadero infierno.
El portero le dio la entrada y Sara caminó, no quería encontrarse con nadie de su antigua vida, al menos no ese día. Cuando llegó al tercer piso salió del elevador y observó una enorme y larga fila llena de personas variadas con vestidos demasiado llamativos, evidentemente eran los candidatos a convertirse en los diseñadores de la empresa Casa Monter, así que Sara se acomodó en la parte trasera de la fila y guardó silencio.
Comenzaron a pasar los minutos, persona a persona eran llamadas a la sala de juntas y luego salían llorando o con cara de tragedia. El diseñador de la empresa era una de las partes más importantes de la compañía y Sara sabía que aquella decisión se tomaba con la junta en pleno, cosa que la aterró, pero ya estaba ahí, ya no podía retroceder.
Un rato después observó aterrorizada como una de las hermanas de Emiliano salió por el ascensor, venía con su otra hermana, eran tres mellizas idénticas. Sara antes podría distinguir quién era quién, pero habían pasado muchos años así que ya no sabría decir cuál de las dos era cual.
Se cubrió la cara con la con el libro para que no la vieran, pero las mujeres se detuvieron frente a todos y observaron entretenidamente a cada diseñador.
— No puedo creer que tengamos que hacer esto, me parece humillante, Casa Monter debería de contratar un excelente diseñador de alta costura, no hacer entrevistas de esta forma como si fuésemos a contratar una secretaria — claramente, por el tono de voz y la arrogancia, era Luna.
Cuando pasó por el lado de Sara, accidentalmente le golpeó el hombro, o no tan accidentalmente. El libro de Sara cayó al suelo y rodó, Sara salió corriendo tras él, lo tomó del suelo, lo levantó y cuando dio la vuelta se encontró frente a frente con Luna.
Era alta como su hermano Emiliano, las tres tenían el cabello oscuro y los ojos verdes.
— ¡Tú! — le gritó la mujer en cuanto la vio — tú — repitió con rabia — ¿Qué estás haciendo aquí, m*****a z0rra? — Sara trató de abrir la boca para defenderse, pero la mujer se acercó a ella, de un movimiento rápido la tomó por el cabello y comenzó a arrastrarla hacia el elevador — no vuelves a pisar mi empresa, m*****a estúpida. ¿Cómo se te ocurre volver a nuestras vidas, estúpida? Te voy a sacar a rastras de aquí — comenzó a llevar a Sara arrastrada por el cabello hacia el elevador y cuando Sara estaba a punto de defenderse, una voz firme y autoritaria gritó desde lo lejos.
— ¡Suéltala ahora! — ambas se detuvieron y se volvieron para ver a Emiliano Monter, furioso, caminando hacia ellas.
Sara estaba a punto de enderezarse para darle un puñetazo a su excuñada cuando la voz firme de Emiliano resonó por toda la sala de espera. Ambas levantaron la cabeza y se encontraron con la mirada fiera del ceo que avanzó hacia ellas con paso firme. — ¡Qué la sueltes! — le gritó a su hermana, pero Luna no soltó a Sara. — Esta mujer tiene el descaro de aparecerse en Casa Monter — bufó la trilliza— yo misma la sacaré del cabello. La mano de Emiliano se movió rápido y se afianzó en la muñeca de su hermana apretándola con fuerza, tanta que la mujer se removió del dolor y la final soltó el cabello rubio de Sara que se acarició la cabeza. — Pues Sara es mi invitada, así que te pido… no, ¡Te ordeno! Que la dejes en paz — Luna le dio una fría mirada a Sara. — No puedo creer que tenga el descaro de regresar y tú de invitarla después de todo lo que pasó. — ¿Todo lo que pasó? — bufó Emiliano — ¿Te refieres a todas las humillaciones que le hicieron? No seas cínica, Luna, y mejor métete a la
Sara sintió que el corazón le dio un vuelco en el pecho, contuvo el aliento y apartó la mirada de todos los miembros de la junta que clavaron sus ojos en ella.—¿Pero de qué estás hablando, abuela? — preguntó con brusquedad Luna y doña Amelia tomó el cuaderno de Sara y se lo lanzó a su nieta golpeando la mesa con fuerza.— Mira los diseños. Ninguno de los diseñadores que hay afuera logrará hacer algo como esto. Pienso que las ideas innovadoras de Sara podrían hacerle bien a la compañía en un momento tan crítico como estos, Pero eso no lo puedo decir solo yo. El presidente es Emiliano. Él tiene dos votos a diferencia de nosotros que tenemos solo uno — Laura, la otra gemela, habló mientras se observaba las puntas del cabello, Vanidosa, — Es obvio que mi hermano va a votar que sí.— y yo les pido que ustedes voten igual — las regañó la abuela — Sara recordaba bien a la mujer, era fuerte y decidida como su esposo, todos la respetaban, su opinión importaba, era la matriarca del legado Mo
Sara tiró del cabello de Luna, la empujó con fuerza contra el pavimento y ambas mujeres salieron rodando, ella ya no era la misma niña tonta que se dejaba humillar, se ganaría el respeto de las trillizas así fuese a los golpes, Así que se subió a horcajadas sobre Luna y le apretó el cuello contra el pavimento.— Yo ya no soy la de antes —le dijo. Le escurría champán por el cabello que la melliza le había tirado en la cabeza, la cara de la mujer estaba roja de la ira. Las otras dos mellizas llegaron corriendo con Luna para rescatarla del fuerte agarre en el que la tenía Sara, la tomaron por debajo de los brazos y la sacaron de ahí.— ¡¿Ahora qué está pasando?! No puedo creer que ya lleguen a esto — les gritó alguien desde la entrada, era Emiliano que corría hacia ellas.— Ella empezó — le dijo Sara mientras Luna se desarrugaba el costoso vestido. — No me importa que no hubieras empezado. Tú eres una accionista de la empresa y ejecutiva, y tú ahora eres la nueva diseñadora, no pueden d
Sara se apartó del agarre de Emiliano con fuerza, dándole un golpe en la muñeca. — No me puedes exigir que te diga nada, ya no importa. — No, te equivocas, importa, así que dímelo.— Pero antes no querías que te dijera nada — Emiliano dudó.— Pues ahora sí quiero.Sara sabía que no podía escapar de aquella situación, pero tal vez podía retrasarla un poco, así que abrió la puerta del auto en medio de la calle y salió corriendo a toda velocidad dejando al CEO en su auto, fúrico. No tenía dinero para tomar un taxi, así que tuvo que caminar hasta la estación del metro y cuando llegó a casa se encontró a su hermana ayudándole con la tarea a sus hijos. Mael corrió hacia ella y se le colgó del cuello, luego la tomó por la mano y la llevó al mueble. — ¿Dónde estabas, mami? — Sara observó los tres pares de ojos que se posaron en ella, con anhelo y esperanza. — Logré conseguir trabajo — les contó y Sofía se puso de pie y caminó hasta ella. — ¿Dónde? — Sara le apartó la mirada. — Soy la
En efecto, Emiliano Monter había pagado la colegiatura de seis meses por adelantado en uno de los mejores colegios de la ciudad. Para Sofía era complicado, estaba un poco triste de dejar a sus amigos con los que había estudiado durante toda su vida. Pensó que se graduaría con ellos, faltando tampoco cambiar de colegio era un golpe duro para la muchacha, pero no se lo dijo a Sara, la joven entendía que estaban pasando por un mal momento, que si Emiliano había pagado la colegiatura, lo mejor que podían hacer era aceptar, no podían darse el lujo de rechazar una gran oportunidad, pero Sara en la noche entró a la habitación de la muchacha que estaba acostado boca abajo con la cara entre las almohadas.— Tú volverás a tu antiguo colegio, te lo prometo.— Claro que no, Emiliano fue muy amable al pagarme un cupo en esta prestigiosa escuela, no puedo ser tan arrogante y malagradecida, además salir graduada de ahí sería bueno para mi currículum — Pero Sara negó.— ¿Y para tu vida? ¿Sería bueno?
Sara entró a la oficina de la gemela, era amplia, con un enorme ventanal. Cuando se sentó frente al escritorio Leticia la miró de los pies a la cabeza. — ¿Qué diablos es lo que quieres? — le preguntó la gemela. Sara se aclaró la garganta. Simplemente quería pedirle el favor y luego salir corriendo de esa oficina, pero luego se encogió de hombros.— Leticia, tú y yo nunca hemos tenido problemas, nunca hemos tenido un conflicto más allá del conflicto en el que nos haya metido Luna, siempre he creído que eres una mujer amable y emocional.— ¿Te estás burlando de mí? — preguntó la gemela y Sara negó con vehemencia. — Claro que no me estoy burlando de ti, a lo que quiero llegar es que no tenemos que ser enemigas, ninguna de nosotras tenemos que ser enemigas. Ahora trabajamos para el mismo equipo e independientemente de lo que hubiera pasado con nosotros en el pasado, no debería de afectarnos ahora — Luna dice…— ¿Y no estás harta de pensar lo que Luna piensa y hacer lo que te diga que
Sara llegó con la mujer, separadas únicamente por un palmo. Si alguna quisiera podría abofetear a la otra.— No permitiré que vengas aquí a insultar a mis modelos. Cuando me contrataron en la junta, fue muy claro que diseñaría para personas del común, es el nuevo nicho al que quiere apostar Casa Monter — Luna le apartó la mirada y miró por sobre el hombro de Sara a los seis modelos que estaban bastante incómodos.— Una cosa es diseñar para gente común, otra cosa es diseñar para mediocres. No me he partido la espalda todos estos años en esta empresa para que al final una gorda como estas termine modelando un diseño de Casa Monter. A mí no me importa si la gran diseñadora Sara Fansheri quiere dañar su reputación permitiendo que este tipo de personas modelen ropas con su apellido, pero no las modelarán con el emblema de Casa Monter en la etiqueta. Esta es una empresa del glamour, de exquisitez, para personas que son personas dentro de la sociedad, no para cualquiera que tenga el dinero p
Cuando Sara despertó en la mañana, estaba emocionada. Al fin tenía sus modelos de tallaje. Ese día lo citó a todos, debía tomar sus medidas y analizar sus físicos para entender cómo las telas podrían adecuarse a sus cuerpos, Cómo podría hacer los ajustes para que una persona un poco más gordita Que Kelly entrara dentro del vestido y también un hombre tal vez menos fuerte que Israel, el Moreno alto y musculoso, Así que se puso de pie en la mañana, se duchó con un agua muy fría y despachó a sus gemelos con la mujer que Emiliano había enviado para llevarlos todos los días a su prestigioso colegio, luego animadamente pagó la colegiatura de la escuela de Sofía con el adelanto de su sueldo que le había hecho Emiliano. Cuando estaba sola en casa tomó un par de Hilos de colores que tenía sobre el almacén y salió disparada hacia Casa Monter, mientras estaba en el metro su mente divagaba. Era lo que siempre hacía, imaginaba personas con prendas, cómo lucirían caídas, encajes y cortes, era su m