Mia:
El aceite de lavanda toca mi cuerpo, provocando que mi vientre se contraiga, las manos de mi esposo lo esparcen con maestría, mientras mis gemidos relajantes y placenteros llenan la habitación, más cuando Takashi lame uno de mis pezones, entonces, me aferro a su cabello con fuerza, deseando que lo tome al completo, y mi buen esposo lo hace, porque conoce todo de mí, como yo conozco todo de él.
— Móntame Mia. — su pedido es música para mis oídos. — Me encanta ver cómo tus pechos se mueven y me provocan mientras te entierras en mi verga.
— Dioses Takashi.
Solo eso puedo decir, Takashi ha descubierto que me calienta que me hable sucio, aunque también me calienta cuando recita poesías mientras me besa, creo que me gusta todo de él, es inevitable.
— Si conejita, húndete así.
Mi esposo me felicita mientras trata de sujetar mi cintura, pero me a untado tanto de aceite que se le hace algo difícil, y yo solo dejo que mi cuerpo lo cabalgue, saltar sobre Takashi es el mejor ejercicio que pu