Takashi había conseguido que Suh-Hee autorizara abrir el camino que llevaba al antiguo templo, el primero que se había levantado en aquellas tierras, aunque por consejo de Ren, se habían colocado vallas en cada lateral, y alrededor del templo construido en roca sólida, y decorado con Jade, eran las primeras personas que llegaban a él en muchos años, tal vez cientos.
— No puedo creer que hubiera tal riqueza olvidada aquí. — dijo con asombro Richard, conocedor del valor de las rocas de Jade que allí había, piezas únicas, no solo por el valor en sí del Jade, también eran las esculturas que con ellas se habían hecho.
— Son los espíritus del bosque, este es su templo, su morada. — dijo aun maravillado Suh-Hee y agradecido que el loco delirio de Takashi lo llevara a abrir aquel lugar.
— Yo tenía razón. — dijo Takashi viendo la escultura de Ukara, quien tenía una bola de “aire” entre sus manos. — Yo si te vi.
— Mira cuñado, este esta aun más grande que tú. — dijo Francisco apoyando su mano e