Isabella Romano.
Han pasado tres días desde mi discusión con Salvatore.
Tres malditos días en los que la casa parece un mausoleo donde habitan el orgullo y la distancia.
Salvatore no me habla.
Camina a mi lado, come en la misma mesa, respira el mismo aire… pero es como si ya no existiera.
Su silencio es tan calculado que duele más que cualquier palabra.
Durante el día, me ignora por completo.
Se encierra en su despacho con Matteo, atiende llamadas, firma documentos, da órdenes, y yo me convierto en una sombra que flota por el penthouse sin rumbo.
A veces escucho su voz grave al otro lado de la puerta y me descubro deteniéndome, esperando que diga mi nombre.
Pero nunca lo hace.
Sin embargo, cuando cae la noche…
todo cambia.
Luego de haber llorado todo el resto del dia, estaba lista para cambiarme para asi irme a dormir, cuando Salvatore entro a la habitación y se me acerco.
Por un momento creí que iba a pedirme perdón o tratar de solucionar las cosas, pero solamente me desvistió lent