Kalid salió primero, con los hombros tensos y la mandíbula apretada, cerrando la puerta del apartamento de Elena con más fuerza de la necesaria.
Layla y Yazmín lo siguieron, ambas con expresiones de rabia contenida. El aire alrededor de los tres parecía cargado de tensión, como si las emociones que reprimían pudieran explotar en cualquier momento.
En el pasillo, Kalid se detuvo abruptamente, girándose hacia sus hermanas con una mirada que ardía de frustración.
—¿Un Alfa Mega Dominante? —escupió las palabras como si le quemaran la lengua—. ¿Cómo demonios llegamos a esto? escuché ese término una vez, pero nunca imaginé que Hades se convertiría en uno con ayuda de esa Omega, debo tenerla para mi, así seré un Alfa Mega Dominante.
—Nos humilló —gruñó Yazmín, con su tono ácido y cortante—. Nos trató como si fuéramos simples alfas de segunda categoría. ¿Tenerla? Más fácil tendrías al mundo que a ella hermano. ¿No viste los ojos de Hades? Nunca lo había visto defender algo con tanta desespera