Elena estaba emocionada. Tras regresar de su luna de miel una semana en París, no podía esperar para ver a su mejor amiga Leila y contarle todo sobre el viaje. Había elegido cuidadosamente algunos regalos únicos que sabía que a Leila le encantarían: un perfume exclusivo, un libro raro en francés y un pequeño colgante con forma de torre Eiffel.
—¿Crees que estará en casa? —pregunta Hades mientras conducía hacia el apartamento de Leila.
—Por supuesto, ella no tiene motivos para andar por ahí. Leila siempre está en su apartamento, rodeada de libros y tazas de café a esta hora. Ella es bastante predecible.
Hades soltó una risita.
—Eso suena emocionante.
—Oye, no te burles. No todos tienen tu energía para el drama. No todos estamos hechos para el romance todos los días.
Cuando llegaron al edificio, Elena se detuvo a respirar antes de subir, esos escalones y esa pequeña colina empinada no son un juego, aunque está ansiosa por sorprender a su amiga. Hades, siguiendo su ritmo, llevaba los reg