Por Alice
Mirta me acompañaba y me sostenía, también me contenían Victoria y Gustavo.
Mis padres evitaban preguntarme cómo me sentía, pero mi hermanita no tenía demasiado filtro, lo nombraba muchas veces, aunque con bronca, ella entendió perfectamente la situación y a su manera, también me apoyaba.
Yo estaba muy mal, aunque intentaba disimularlo, mil veces me quise morir, hubo días en que me encerraba a llorar en el baño de mi casa y hasta lo hice en el baño de mi oficina.
Amaba a Alberto, lo amaba más que a mi propia vida, pero no nací para ser la otra, aunque en mis días más débiles, pensaba que por estar a su lado aceptaría cualquier papel en su vida, aunque luego recapacitaba y guardando mis lágrimas y mi desesperación, dejaba hablar a mi amor propio.
Fueron muchos los días y las semanas en los que me sentía morir, no sé de dónde sacaba las fuerzas para seguir adelante.
Estaba en la puerta de mi casa, Elida había ido a la casa de una amiga y como tardaba demasiado y mi madre esta