Por Alberto
Nunca pensé que justamente yo sentiría lo que es morir de amor, pero eso era lo que estaba sintiendo.
Mi mundo se desmoronaba con cada paso que ella daba para alejarse de mí.
De rodillas, porque mis piernas no me podían sostener, veía como se alejaba la mujer que amaba.
En ese momento me di cuenta de que no me importaban mis empresas, mi prestigio, ni siquiera mi querida bodega.
Yo siempre fui discreto con mis aventuras, pero Alice no era una aventura, ella era la mujer de mis sueños, eso fue lo que sentí al verla por primera vez y luego, al descubrirla día a día, era imposible no perder la cabeza y la razón por ella.
Eso sucedió lentamente, lo admito.
Al principio seguí haciendo mi vida, peor cada vez me costaba más seguir adelante sin ella.
Ahora, en el pórtico de mi imponente casa, estaba derrumbado, tirado bajo la lluvia, sintiendo que le rompí el corazón a la criatura más hermosa, dulce y grandiosa que conocí en mi vida.
No sé cuánto tiempo estuve allí, mi rostro esta