Para mí es un placer

René Chapman

Sentir como su cuerpo se iba relajando bajo mi tacto, me hacía sentir realmente en la cima del mundo. Pues, que una persona tan huraña y renuente como Ivette se permitiera bajar sus barreras conmigo, sólo puede significar una cosa: confía en mí.

Me aseguré de recostarla sobre la cama, con el mayor cuidado posible de no perturbar su sueño.

Tomé mis prendas del suelo, saliendo de la habitación, como un ladrón en medio de la noche.

Me vestí en pleno pasillo, antes de echar un vistazo a la habitación de la bebé, la cual dormía con mucha calma.

Sonreí internamente al ver que hasta en sus sueños era una niña feliz.

Ahora que sabía que las mujeres de la casa dormían cómodamente, me dispuse a salir de la villa. Rápidamente, el nuevo jefe de seguridad se apersonó a mi encuentro.

—Sr.

—Buenas noches.

—Buenos días —corrigió, con algo de vergüenza.

Introduje una mano en el interior de mi traje para verificar la hora en mi reloj de bolsillo y, en efecto, ya nos auguraba un nuevo día.

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