No puedo quejarme, Chantal me deja con un masaje relajante que me deja dormida por algunas horas y cuando despierto, ella ya ha traído todo para dejarme radiante y también a mi hijo.
Mientras Alondra conversan sobre el plan para poder ir hasta la reunión y no morir en el intento, yo me tomo fotografías con mi hermoso hijo gracias a la ayuda de Chantal.— No me veo terrible. — digo mirando las fotos que nos ha tomado.— Jamás te verás terrible si yo te he colocado las manos encima. Soy como una hada madrina, sé lo que hago, querida. — dice Chantal.— Al menos tendré bonitas fotografías de este momento. — susurro.Los chicos se miran entre sí con preocupación y se acercan a mí mientras mi bebé gatea por el suelo tomando los juguetes que Alondra trajo cuando salió con Chantal, porque me imagino que mientras dormía ella se