Sinopsis Martha es una mujer con una vida tranquila, cinco años matrimonio que se suponen son felices, en la víspera su segunda luna de miel, su fiel esposo se pierde en el mar y la culpan a ella. Las cosas se empiezan a poner de revés cuando Gio Santori, un mafioso italiano muy importante, cruel y peligroso se cruza en su camino exigiendo un dinero que ella no tiene y del que no sabe absolutamente nada. Si no paga su deuda entonces vendrá la venganza. ¿O no? ¿Es culpable de lo que acusan a la pobre mujer? O por el contrario es un plan que urde junto a su esposo para quedarse con todo. Les recomiendo leer para llegar a la verdad.
Leer másMartha
Tengo tres meses sin dirección, me siento como lanzada en una balsa en mar abierto a la deriva, sin agua, ni comida, sin salvavidas, me siento morir mientras nadie cree en mi inocencia.Me culpan por algo que no hice.Me culpan a mí, que no mataba a una cucaracha porque me parecía despreciable ver morir a alguien. Si tan solo recordará esa noche en la que mi vida se derrumbó como un castillo de naipes.—Pónganse de pie para recibir al honorable, juez Carter— habla en voz alta y clara un oficial del juzgado, mis piernas tiemblan, aun así, me pongo de pieAún no puedo creer que esto me estaba pasando parezco disco rayado, pero, esto debía de ser un error una broma de cámara escondida, ¡que por favor griten corte! y todos se rían, pensé en mi fuero interno, pero nadie dijo nada, nadie interrumpió al juez y me sacó de aquí corriendo.—Buenos tardes— saluda educadamente —soy el juez James Carter, de la corte principal de Washington —expresa como cada vez que entra —estamos aquí para escuchar el veredicto al que llegó el jurado presente —los señala y trago saliva —¿es verdad que llegaron a una decisión unánime? —preguntó muy serio.Todos los jurados asienten en acuerdo y comienzo a sudar, le pasan el sobre al juez y cuando termina de leer lo devuelve al jurado.—Contra el caso del estado contra Martha Winkeljohann, por la muerte y desaparición de Miguel Hidalgo —habla la vocera del jurado.Y me desconecté...¿Has pensado a veces que si te pellizcas despiertas de un mal sueño?Me pasaba mucho de pequeña, cuando veía una mala película que me producía pesadillas por semanas era una niña tonta que no quería hacerle caso a su mamá cuando le decía que no viera esas películas de adultos, para calmar mi mente mi madre me decía que si me pellizcaba podía despertar y me vería en mi cuarto y todo estaría bien. Los monstruos existen sólo en tu mente Martha, me repetía una y otra vez para poder conciliar de nuevo el sueño.Pero este monstruo está en la vida real y me arrebato mi vida entera.¿Soy yo ese monstruo del que hablan?Esta vez no me funcionó lastimarme para despertar, no era un sueño, mi pesadilla era de la vida real.Cada noche en mi celda me pellizqué en el brazo, golpeaba mi mejilla frente al espejo, me miraba y le pregunté a mi reflejo:— ¿Qué hice? —me preguntaba mi yo del espejo.— ¿Fuiste tú? —me devolvía la pregunta mientras tanto me veía extrañada.— ¿Eres culpable de lo que te acusan, Martha?No me reconocía, ya no era yo la que me devolvía el reflejo del espejo.Todos me dicen lo culpable que soy y siento vértigo al oír sus reclamos y exigencias, pero yo no fui. Ya no sé cómo repetirlo, las únicas personas que me creen es Julio y Sofía.No pude haberlo hecho.No soy así, no soy esa clase de persona.Yo amé a mi esposo, aun lo amo.No sé qué pasó esa noche. Esa fatídica noche.Comienzo a dudar de mí, de mi cordura, el no saber que pasó me tiene totalmente tambaleante psicológicamente por todo lo que ha pasado en poco tiempo.Estoy viviendo una verdadera pesadilla desde hace tres meses, tengo que despertarme, debo despertarme, no quiero más esto. Esto tiene que ser un mal sueño, mi esposo está vivo y a mi lado cuando me despierte y me dirá lo tonta que fui por soñar algo así, me abrazara y me besara como otras veces, como siempre.—En el cargo de homicidio culposo se declara a la acusada culpable —retumbó la voz de la vocera trayéndome al presente y mi inminente desgracia.—Soy inocente, su señoría —hablé en un hilo de voz.Es lo que soy. Soy inocente.Estaba nerviosa, mi jefe Julio se veía nervioso, habías dos personas del periódico que yo conocía personalmente tomando notas y me miraban angustiados y con pena, pero anotando todo para la cuantiosa noticia que le producía mí caso.Tengo unas terribles ganas de gritar como una desquiciada por mi libertad y mi inocencia.Me siento mareada y a punto de vomitar, aunque no he desayunado nada.Estábamos todos de pie en este juzgado frío e impersonal, el aire acondicionado estaba funcionando bastante bien y aun así una película de sudor cubría mi frente, apreté mi mono naranja para mantener mis nervios a raya, sentía la mirada pesada de alguien, pero no me atreví a voltear y mirar a nadie.—Oficial tome en custodia a la acusada, esperara en la cárcel hasta dictar su sentencia— el juez se toma su tiempo para leer mientras quiero comerme mis uñas.Su martillo es lo último que escuché porque mis oídos comenzaron a zumbar con un pitido molesto, puntos negros aparecieron en mi visión, perdiendo el control de mi cuerpo, no sentí dolor al caer al piso, las personas a mi alrededor dicen que gritaba de angustia y no lo recuerdo.—Martha, apelaré tu caso, los abogados van a trabajar en eso —me decía mi jefe sumamente impotente por no poder ayudarme.Pero no más impotente que yo.Mi hijo.¡Dios, mío!¡Mi Dieguito!—¡Soy inocente! —grité y grité mi verdad desde mi celda mientras lloraba desconsolada— mi hijo me necesita.Siento que me necesita, siento que mi hijo me extraña igual o más de lo que yo lo extraño.Ya habían apagado las luces y las presas gruñían molestas por mis gritos desesperados.—Dile eso a otra —rechina molesta mi compañera de celda, Isolda.—¡Soy inocente! —repetí con vehemencia —no maté a mi esposo, debes creerme.—Yo no debo hacer nada— alegó casi aburrida —las que están aquí son culpables de algo —argumentó molesta —son culpables porque cometieron un crimen o por confiar en quienes no debían.—Mi esposo me amaba, yo lo sé —murmuré — y, soy inocente.—Ahora cuéntame una de vaquero —se burló y bufó perdiendo su paciencia conmigo.Mi compañera de celda era una mulata alta de casi metro noventa, de huesos grandes, tenía trenzas en su cabello oscuro, ojos también oscuros y enigmáticos, una boca voluptuosa y de nariz grande. Seguramente buscaba que me matarán por desafiarla con ella.—No es un cuento— le aseguré —, no me pegaba, no peleaba y en ocho años de matrimonio todo fue perfecto entre nosotros.—¿Tanta perfección no te asustaba? — añadió seriamente curiosa —entonces... —ladeo la cabeza y me vio de forma extraña— ¿qué fue lo que te pasó?—Es una larga historia —balbucee al punto del llanto nuevamente sólo de recordarlo.—Tendrás mucho tiempo metida en esta celda conmigo, cuando quieras, habla... — suavizó su rostro y su tono de voz.—Hace tres meses mi esposo y yo...Y comencé a contarle a una perfecta extraña mi vida entera, porque por los próximos años no tendría más nada que hacer.EPÍLOGOGio20 años despuésEstoy sentado en mi despacho, los años pasan demasiado rápido para mi gusto, Diego ya es todo un hombre y Juliette es toda una mujer que quiere salir y disfrutar y se me revuelve la bilis cada vez que quiere hacerlo.Es una niña muy rebelde y consentida, inteligente e independiente que se parece mucho a su madre en algunas cosas, con mi nariz y los ojos de Martha, siempre supo cómo envolverme en su dedo y comprarme sino ya se encargaba Martha de suavizar el golpe.Escucho un ruido en la puerta y mi bella esposa se asoma, ya tiene alguna canas en su cabello largo de color chocolate que le da distinción, su mirada sigue dulce a pesar de tener ese color de ojos que me ha hipnotizado desde el primer momento. Por eso no pude acabar con su vida en ese cementerio y menos mal no lo hice, me hubiera perdido de la verdadera vida feliz al tener a mi familia.—¿Cómo va el trabajo? —pregunta terminando de entrar luego de darle la señal para que se acerque a mí.—Bien, t
Martha.2 meses y medio despuésDecidimos casarnos en una íntima ceremonia donde sólo había familia a la semana de que Gio recuperará la memoria, me dijo que no íbamos a seguir perdiendo el tiempo, que ya había perdido muchos años buscándome cuando no sabía que yo existía.Se le metió en la cabeza que estábamos para encontrarnos y que no fue casualidad que Miguel trabajará en su tapadera y posterior a eso lo robara el dinero que volvió a su cauce cuando Miguel murió.—Quiero un helado— me queje con Gio—de pistacho.—De ese no tenemos en el freezer, ¿quieres que vaya por él? me pregunta amable, pero se me hace muy feo mandarlo a las diez de la noche a la tienda.—No, déjalo— volví a fijarme en la televisión en frente de mí.—No me importa ir a la tienda por un poco de helado— me recuerda.—Lo sé, pero no importa— insisto en mi mentira cuando en realidad quiero mucho helado de pistacho.—Bien, bien como quieras— se puso a ver la televisión conmigo de nuevo.No habían pasado dos minuto
MarthaEstaba bastante nerviosa y no sabía el verdadero porqué sin embargo traté de tranquilizarme y me fui con Gio al hospital para ver a la bebé.—¿Estás bien? —me pregunta viendo mi rostro de vez en cuando sin quitarle atención al camino— te ves nerviosa.Pensé que no podría manejar, pero lo hace a la perfección solo lo guie al hospital.—Creo que sí, estoy algo nerviosa, me pongo así antes de una cita con el doctor— no era del todo una mentira, pero no podía explicar el resto.—Espero este todo bien, para que no te angusties más— le sonreí de manera afable, pero no contesté.Llegamos al hospital y me pareció lindo que quisiera distraerme en el ascensor.—¿Siempre has venido al mismo doctor? —me pregunta en cuanto las puertas del elevador se cerraron.La noche anterior hable en una llamada corta a Tina diciéndole que lo había encontrado, no le di todos los detalles, pero la dejé más tranquila.—Sí, excepto cuando estuvimos en Estados Unidos, allí me vio una doctora que descubrió qu
GioMe sentía un poco extraño cuando llegamos a la casa donde nos dejó el tal Manuel, nos dejaron solos Isolda, la Nonna y Manuel se fueron a la villa de la nonna.Pensé que era uno de esos lugares de seguridad de los que tanto me estaba hablando Filippo y luego entendí que no, no me parece conocida ni remotamente porque la casa es totalmente nueva ni siquiera Martha sabe a veces dónde están algunas cosas.Me habló de la cabaña y me entró una curiosidad enorme por conocerla y que el niño dijera que quiere ir era perfecto, así no me mostraba tan insistente, así como ella no quería presionarme a mí yo no quería presionarla a ella.—¿A dónde vas mañana? —le pregunté sin dejar de masajear sus pies que al mirar su reacción supe que lo hacía bien— dijiste que tenías algo que hacer ¿se puede saber qué es?—Hace casi 3 semanas estuvimos en Estados Unidos, halla supimos que íbamos a tener niña, yo quiero que mi doctor me revise y saber si todo sigue igual de bien— me explica sin tapujos.—Wow.
MarthaNos dieron el alta al mismo tiempo y nos fuimos directo a la nueva casa, la Nonna me había dicho que no era una de las casas de seguridad, está la compró ella.En cuanto llegamos a casa y vi que Diego salió corriendo a recibirnos, en especial a Gio; sentí que un poquito de mi corazón se alegraba y el resto se entristecía porque sabía que Gio estaba fingiendo. Cuando la verdad es que no lo reconocía, sin embargo, lo abrazo cálidamente y me sentí un poco más tranquila.Gio le siguió con la pantomima un rato más. Así que sí, con miedo y una loca idea de que Diego nunca se diera cuenta que Gio no lo recuerda.—Bueno mi amor, Gio va a tener que descansar— no quería que pasará mucho tiempo y se diera cuenta.—¿Te sientes bien? —le pregunta mi pequeño —cuando yo me enfermo mami me hace una rica sopa.—Estaría encantado de probar la sopa de mami— respondió este y sabía que era mentira, pero no puedo evitar que mi corazón latiera más rápido por eso.—Mañana puedo hacerla —me ofrecí cuan
GioMe gustaba conversar con Martha, me gustaba que fuera totalmente diferente a lo que pensé que sería, tan poco es que sé qué tipo de mujer me gusta, ella es tímida, pero es inteligente, no teme preguntar ni responder ninguna de mis preguntas.Se quedó dormida luego de batallar contra el sueño, se quedó durmiendo en mi pecho y como un completo acosador me quedo observándola el resto de la madrugada, oliendo su fragancia afrutada.A la Nonna la había convencido para que se fuera a casa antes de que Filippo despertara, le dije que yo cuidaría de Martha o Monique cómo le dicen en el hospital. Según me dijo la Nonna yo mismo le mandé a hacer esa identidad, Martha Winkeljohann ya no existe. Es por eso que tuve que crear todo en identidad, al parecer no solo le hice papeles como permiso de conducir si no también título, partida de nacimiento, historial médico y muchas otras cosas más.La enfermera que me estuvo manoseando en un buen rato mientras me revisaba no le dije nada, no me importa
Último capítulo