Intenté soltarme de su agarre pero cuando lo logré note que dos de sus hombres de seguridad estaban tras mí, me sentí tensa y nerviosa. «Nos vamos—sizeo—ahora». Los tipos comenzarons empujarme a la salida, trate de escabullirme pero el resultado fue infructuoso. Maldita sea, no entendía porqué ese maldito traidor no le dejaba en paz de una vez por todas.
—Estas arruinando mi noche, déjame volver con ellos—chillé molesta.
—No—gruñó—estoy harto de que antes detrás de ese estúpido.
Salimos de la discoteca y el me montó al carro, lágrimas comenzaron a bajar por mis mejillas, me las limpié con rabia, no quería dejar a mi amiga sola, solo deseaba ir de fiesta... Mi vida se reducía a estar en la casa encerrada y deprimida
mientras me lamentaba por el poco tiempo que me quedaba y lo buenas que pudieron ser las cosas de haber sucedido de otra forma, era muy poco para mis expectativas.
—Por favor... Déjame volver ahí... Son mis amigos.
—Y tu amante—agregó furioso.
—No, no lo es... Ademá