Mientras perdía la vista entre las montañas, Eleanor agradeció lo aprendido en sus clases de geografía, pues de esa manera podía saber exactamente dónde era que se encontraban. Desde que salieron del palacio, sabía que el primer lugar en el que la buscarían sería con su madre, por lo que, en contra de su sentir, decidió buscar refugio en otro asentamiento humano.
—¿Quiere que descansemos, señorita? — preguntó Cordelia cuando notó que la joven cabeceaba del sueño.
—Estoy bien, Cordelia. — trató de sonreír —Y por favor, dime Eleanor, recuerda que ya no seguimos en el palacio.
—Disculpe, es la costumbre — contestó apenada, y luego volteó a verla con seriedad — Van varios días que no puede conciliar el sueño, sé que está preocupada por nuestra seguridad, pero… a este paso, puede enfermar.
Eleanor soltó un suspiro, sabía que lo que decía su acompañante, era la verdad, hacia días que tenía insomnio, el temor de que las encontraran y lo que sucedería después de ello, no la dejaban dormir, te