Marisela había invitado activamente a esos dos hombres a cenar en su casa, y había cocinado personalmente, preparando una cena muy abundante...
Decir que no tenía celos era imposible, incluso quería tirar a Matías y a Ulises al mar para que se alejaran de Marisela para siempre.
Pero esto solo era un pensamiento placentero en su mente, en la realidad no podía hacer algo así.
También pensó en cada platillo de esa foto, cualquiera de ellos le resultaba familiar, eran cosas que Marisela le había preparado antes.
Y cada vez que él regresaba a casa, ella se acercaba sonriendo a recibirlo, pero él respondía a esa sonrisa con frialdad y burla cruel.
Las manos sobre sus rodillas se apretaron con fuerza, los nudillos se pusieron blancos.
Lorenzo apretó fuertemente el labio inferior, deseando innumerables veces poder viajar en el tiempo y despertar de un golpe a su yo del pasado.
Todo lo de hoy era culpa suya, se lo merecía, había cavado su propia tumba.
***
Al día siguiente.
Celeste llevó a Mari