—Señor, hoy usted ha corrido mucho y se ha esforzado tanto, le pedí a Aurelio que reservara una habitación en un hotel cercano, vaya a descansar —dijo nuevamente el mayordomo.
—No se preocupe por el hospital, los doctores seguramente van a disponer que alguien haga rondas nocturnas para estar pendientes de la situación de la señorita Undurraga en todo momento.
—Entiendo, mayordomo, usted también váyase, ha trabajado duro y se ha esforzado mucho conmigo —dijo Lorenzo.
—No importa, lo importante es que la señorita Undurraga esté bien —dijo el mayordomo sonriendo.
Lorenzo pidió a Aurelio que lo acompañara abajo mientras él se quedaba arriba.
Dormir era imposible, aún no habían atrapado al criminal, ¿cómo podría dormir?
Llamó a la policía. Marisela ya estaba segura, ahora debía concentrarse en encontrar al culpable.
Si al final descubría que esta vez también había sido Isabella quien lo había ordenado, entonces aunque Daniel estuviera presente, no podría detener sus intenciones asesinas.
M