Justo cuando terminó la presentación del proyecto y era el turno de cada grupo para dar sus opiniones, Ulises bajó el teléfono y comenzó a escuchar atentamente.
Esta reunión duró bastante tiempo, y cuando estaba a punto de terminar ya eran las doce y diez.
El secretario ya se había ido antes porque Marisela lo había contactado para recoger la comida.
Después de colocar el termo en la sala interna de la oficina del presidente, el secretario regresó a la sala de reuniones.
La reunión terminó, Ulises se levantó para irse, empujó la puerta oculta del compartimento y un aroma delicioso llegó flotando hacia él.
Vio a cierta "tragona" sentada en su sofá que ya había empezado a comer, y cuando se miraron, ella le levantó el dedo meñique.
—Realmente no sabes nada sobre esperarme —dijo Ulises mientras iba a lavarse las manos.
—Desde que dijiste que tu querida hermanita era una "tragona", el hecho de que no haya llevado el termo abajo ya fue muy generoso de mi parte —respondió Celeste con una son