Mientras reflexionaba, alguien llamó a la puerta. Era Aurelio que regresaba.
—¿Ha despertado? —preguntó Lorenzo de inmediato.
—Sí —respondió Aurelio.
—También pregunté a la enfermera sobre su estado detallado. Se está recuperando bien, ya no necesita oxígeno, aunque tiende a tener mucho sueño.
Lorenzo no mostró ninguna reacción, manteniendo su rostro frío. Aurelio no podía ver ni un ápice de alegría por el despertar de la señora.
Después de quedarse de pie varios segundos, cuando estaba a punto de marcharse, Lorenzo lo detuvo y le pidió que buscara una propiedad para alquilar.
—Buen entorno, alta seguridad en la zona residencial, privacidad y completamente amueblada —fueron los requisitos de Lorenzo.
Aurelio pensó: ¿El señor Cárdenas va a mudarse? ¿Con la amante?
—Entendido, iré a buscar inmediatamente —asintió Aurelio.
Al llegar a la puerta, escuchó a su jefe hablar nuevamente:
—Ella... ¿no dijo nada más?
Aurelio se detuvo, se volvió y respondió:
—...No, la señora aún está bastante dé