Con dos casos de intoxicación por gas llegando para recibir tratamiento de emergencia, las enfermeras de urgencias naturalmente sabían algo de chismes y todas miraban a aquel hombre con ojos de desprecio.
Corría con tanta prisa, pero al primer signo de problemas, ¿no había salvado solo a la amante? Ahora que su esposa legítima seguía inconsciente, ¿pretendía mostrar devoción?
Por la mañana, Lorenzo pidió el día libre. Permaneció junto a la habitación durante horas, tanto tiempo que ni siquiera fue a visitar a Isabella.
Finalmente fue Isabella quien vino a buscarlo. Lorenzo reaccionó entonces, apresurándose a ayudarla a sentarse.
—¿Cómo está Mari? Todo es culpa mía, me desmayé y no pude avisarle —dijo Isabella con expresión arrepentida.
—No es tu culpa, tú también eres una víctima —respondió Lorenzo.
—¿Ya investigaron lo ocurrido? ¿Fue una fuga en la tubería? —preguntó ella.
—No, se cree que la llama se apagó pero la llave del gas quedó abierta —explicó Lorenzo apretando los labios.
Ese