—¿Y la chica de pelo rizado? ¿También se la llevaron? —preguntó la anciana.
—Ya la llevé al hospital antes —respondió Lorenzo sin notar la trampa en la pregunta, dejando solo esa breve respuesta antes de desaparecer.
Detrás, el pequeño grupo de curiosos se miraron entre sí con expresiones de "justo como pensábamos".
Si no se equivocaban, la residente habitual debía ser su esposa, y la otra mujer era...
Además, el hombre claramente sabía de la fuga de gas, ¿por qué si no habría llevado a la otra al hospital primero?
Al final, dejó a la esposa legítima arrastrándose para salir, desmayándose frente a la puerta...
¡Qué triste! ¡Qué lástima!
El hombre era bastante apuesto, ¡quién hubiera imaginado que era un desalmado tan cruel!
*
Lorenzo condujo hasta el hospital más cercano, llamando a Marisela tres o cuatro veces durante el trayecto, pero nadie respondió.
—Mierda, ¿no hay enfermeras? ¿No pueden contestar por ella? —maldijo enfadado, y entonces recordó bruscamente que anoche había partido