—¡Llama de una vez! ¡Que venga la policía a arrestar a esta loca! ¡¡Ella nos atacó primero!!
Una modelo gritó con la cabeza agachada, sintiendo como si le fueran a arrancar el cuero cabelludo.
—Isabella, cuando llegue la policía no te escaparás. ¡Una maldita amante, una rata de alcantarilla, ya te abandonó tu benefactor y todavía tienes las agallas de atacarnos, qué cara tienes!
Isabella escuchó estas amenazas, pero ya no tenía miedo, porque pensó que esto era una pelea interna entre ellas, y seguramente el supervisor vendría a calmar las cosas, nunca dejaría que se saliera de control.
—Ustedes no son nada, hoy mismo les voy a dar unas buenas bofetadas para que aprendan a no ser tan malhabladas —resopló Isabella con ira.
El guardia ya había sacado su teléfono para pedir ayuda a la policía.
—¡No sé de qué te sigues jactando! ¡Te van a meter a la cárcel de por vida! —gritó una modelo a la que le dolía la cara arañada.
Sospechaba que Isabella ahora estaba como quien no tiene nada que perd