En aquel momento, en la carretera fuera de la villa.
—Me apurabas tanto, y ahora que te toca a ti, llegas diez minutos tarde —dijo Ulises con las ventanillas bajas, apoyando ambas manos en el volante.
—Hablé un rato con mamá y me retrasé, vámonos, vamos a recoger a Marisela —respondió Celeste abriendo la puerta del copiloto y sentándose.
Ulises encendió el auto y se dirigió hacia el conjunto residencial Los Jardines de Sol.
Por otro lado.
Marisela había recibido el mensaje de Celeste y se preparaba para salir.
Hoy llevaba puesto un vestido sin mangas de color azul cielo, de tela suave, con un lazo del mismo tono atado en los hombros y una cinta de seda anudada en la cintura, suelto y cómodo en general.
En los pies no llevaba tacones, sino que había elegido unos tenis blancos, y su bolso era una pequeña cartera tipo concha que combinaba muy bien con el vestido.
A las once y quince apareció puntualmente en la entrada del conjunto residencial. Como Celeste aún no había vuelto a enviar men