Ulises no reaccionó a los halagos de Celeste, solo dijo:
—Ve a avisarles a papá y mamá, voy a sacar el carro.
Celeste asintió y bajó, mientras Ulises tomó las llaves del carro y se fue al garaje.
Los fines de semana el chofer tenía libre, así que hoy manejaría él mismo.
En la sala.
Celeste le contó a su mamá que ella y su hermano iban a salir a comer, Libertad preguntó:
—¿Solo ustedes dos?
—No, es que mi amiga nos invita, la que te había mencionado antes, Marisela —respondió Celeste.
—Su juicio de divorcio con Lorenzo ya terminó y ganó, así que nos invita a Ulises y a mí a comer.
Libertad entendió, recordando la conversación que había escuchado entre sus dos hijos el viernes por la noche.
—Si tu amiga tiene problemas posteriores con Lorenzo, como división de bienes o algo así, recuerda ayudarla —dijo Libertad.
—No creo que necesite mi ayuda, Germán es su abogado, él debería poder resolverlo —dijo Celeste.
Al escuchar el nombre de Germán, Libertad se sorprendió un poco, ese chico había