Terminada la plática de cortesía, Matías volvió a mirar a Marisela del otro lado.
La chica obviamente se había puesto fría, su ánimo arruinado por la súbita aparición de Lorenzo.
—La comida aquí no está muy buena, ¿vamos a otro lugar? —dijo Matías buscando una excusa.
Al escuchar que se iban a ir, Lorenzo se tensó.
La primera vez podía decir que fue casualidad, la segunda ya sería obviamente seguirlos a propósito. Aunque no le daba miedo que lo descubrieran, temía que Marisela se fastidiara con él.
—No hace falta —dijo Marisela mirando la comida que ya se habían comido a la mitad.
Entendía la intención de Matías, pero Lorenzo obviamente había venido por ellos, ¿no veía que estaba solo, sin acompañante en la mesa de enfrente?
Así que sin importar a dónde fueran, se les pegaría como chicle.
Al escuchar esto, Matías ya no dijo más y desistió.
A un lado.
Al escuchar que no se iba, los ojos de Lorenzo se iluminaron un poco.
¿Esto significaba que Marisela ya no lo rechazaba ni lo odiaba? ¿Po