—En los círculos de la alta sociedad últimamente no se habla de otra cosa que del divorcio de Lorenzo. Jamás imaginé que su esposa vendría a buscarme para llevar el caso. Qué pequeño es el mundo, qué interesante —comentó con aire pensativo.
El asistente, al ver el tono y la actitud de su jefe, supuso que lo del juicio era secundario; principalmente quería enterarse del chisme y disfrutar del espectáculo, así que no dijo nada más.
Ya había consultado con colegas de otros bufetes y sabía que la señora Cárdenas también los había contactado, pero ninguno quería meterse en problemas con los Cárdenas, por lo que rechazaron el caso. El único que se atrevió a aceptarlo fue su jefe.
El jefe provenía de una familia con influencias, pero no quiso heredar el negocio familiar, así que abrió su propio bufete. Si se enfrentaba a los Cárdenas, seguramente no tendría miedo.
—Este juicio prácticamente no tiene sentido pelear, la victoria está garantizada al cien por ciento, ganaremos sin esfuerzo —dijo